Llegamos al cruce que nos llevaba a Santa María Alta, no estaba en nuestros planes hacer esa ruta, paramos solo a tomar agua, y de repente se me ocurrió que el día estaba perfecto para un ascenso como ese y además llevar a Sandra era buena idea, no la conocía, y exigirse en su entrenamiento sería bueno, siempre hay que avanzar.
Llegamos al restaurante, un desayuno con amigos cae bien, huevos, marranitas, aborrajaos, arepas, empanadas, frutas, jugos, todo eso compartimos entre charlas, fotos y risas, para luego comenzar el descenso y continuar rumbo a casa, no sin antes subir hasta loros, otra ruta cercana que vale la pena visitar.
Estamos muy cerca, casi lo podemos tocar con nuestras manos, el nombre de este sitio es proporcional a su magestuosidad, a su buena energía que nos proporciona una inexplicable paz y tranquilidad y a su singular belleza, así es La Puerta al Cielo.