Naranjitos, una mirada al mar verde

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Desde la noche anterior estamos organizando que ruta escoger, y que uniforme nos vamos a poner. Son las ocho de la mañana y ya estamos listas para empezar a rodar, hemos comido algo antes de subirnos a la bici, revisamos el aire de las llantas, recargamos los termos o caramañolas, y no puede faltar el bocadillo en el bolsillo, no sabemos en qué momento necesitaremos energía.

El sol madrugó a salir, y está más brillante que nunca, hace días no teníamos un día tan soleado, y con un cielo tan despejado, con sus nubes blancas sobre un lindo fondo azul celeste.

Vamos camino a Restrepo, todas en fila india, rodando sin parar,  camino a hacer seminario para calentar motores y subir a la famosa “Naranjitos”, donde nos espera una vista espectacular.

Seminario es una ruta tranquila, pavimentada, con algunos falsos planos que nos hacen sudar, los arboles cubren la carretera y nos protegen del sol, pero aun así siempre logramos tener un broceado de ciclista perfecto en nuestras piernas, a muchas no les gusta, yo no le veo problema, por el contrario lo disfruto, ya hace parte de mi.

Durante el recorrido, encontramos el Seminario Mayor, el principal atractivo de esta ruta, donde se congregan todos los hombres que tienen vocación sacerdotal, el lugar inspira paz, siempre está en calma y en silencio, normalmente solo se escuchan los pájaros o algún carro que interrumpe la tranquilidad. Pasamos casas de retiro, un par de condominios y muchas fincas y casas campestres, se oyen riachuelos todo el tiempo, y nos cruzamos ciclistas que van y vienen de sus entrenamientos.

Regresamos a Restrepo para dirigirnos a Naranjitos, paramos en el Lanzallamas, un punto de encuentro obligado de la mayoría de los ciclistas de Villavicencio, un pan de arroz caliente no se puede negar, menos después de unos kilómetros de pedal.

Vamos rumbo a la loma, empezamos el ascenso, es una subida exigente, algunas partes con piedras sueltas, otras pavimentada, y pocos descansos. El camino está todo cubierto por árboles, la sombra nos acompaña la mayor parte del camino, el clima es diferente, fresco,  se respira aire puro, hay árboles frutales por el camino, fincas con lagos enormes donde crían peces, casas con vistas espectaculares, y el mar verde comienza a aparecer frente a nuestros ojos.

Cae una llovizna que nos refresca ya llegando a la curva final, el paisaje nos deja siempre sin palabras, disfrutamos por unos minutos de la vista que nos da Naranjitos, un verde en todos sus matices, nos recargamos de energía para el descenso, es hora de volver.

Un par de horas de bici, de amigos, de salud, de buena energía, y me quedo corta para decirles cuanto nos puede dar una bicicleta.

Naranjitos pone a prueba tus piernas, una ruta para no perderse, llena de naturaleza, de aire puro, será un buen entrenamiento indudablemente, y para sus ojos un recorrido y una fotografía que no podrán olvidar y van a querer repetir.

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