A los Pinos

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Por: Andrea Orrego Montoya/Comunicador Social y Periodista

Dicen que la bici es adictiva, y estoy segura de eso, una vez te montas en ella, haces una buena ruta y en buena compañía, no vas a poder soltarla. Es un vicio de esos que vale la pena tener.

Son la cuatro de la mañana y suena el despertador. Desde anoche todo está listo para rodar y ver salir el sol.  Esta vez vamos a sumar algunos  kilómetros en nuestras bicicletas de ruta. Hace frio, son las 5 y 20 y empezamos a pedalear rumbo a “los Pinos”, un recorrido muy agradable que se puede hacer en ruta y en mtb.

El cielo esta nublado con algunos rayos del sol que se filtran sin querer. Empezamos calentando, a buen ritmo y a buena velocidad, ante nuestros ojos aparecen ciclistas de todos los estilos, todos madrugándole a la vida y a la bici.

Vamos en dirección a la primera etapa de la salida, son aproximadamente 25 kilómetros, pasamos Restrepo, y un poco más adelante de Cumaral después del peaje, aparecen los tan esperados Pinos. El clima ha estado delicioso durante la primera parte del recorrido, ha lloviznado, el sol ha vacilado en salir, y hemos rodado felices y sin inconvenientes. La parada es técnica, foto agua y bocadillo.

Dicen que la vía es peligrosa, los carros y mulas pasan a toda velocidad, no respetan los ciclistas, y ha habido accidentes por imprudencias de conductores. Nosotras pedaleamos con cuidado, en la carretera cada día nos respetan más, son más conscientes de nuestra existencia. Nosotras como ciclistas nos acogemos a las normas de tránsito y las respetamos, tenemos precaución y así hay vía para todos: bicis, motos, mulas, carros y camiones.

Ya vamos de regreso, y llueve sin parar, pero no es motivo para dejar de rodar, en la bici todo se disfruta, en la bici somos felices. Entramos a Restrepo para hacer la segunda etapa de nuestro recorrido, “Seminario” una vuelta corta, pavimentada, tranquila, poco transitada y fácil de hacer.

Íbamos camino a nuestro recorrido, mojadas por la lluvia con un poco de frio y hambre, cuando aparecieron las mejores arepas del mundo, en un fogón de carbón, en el garaje de una casa. No pudimos negarnos a un desayuno como estos, limonada con panela, arepa paisa con cuajada y un tinto que nos alegró y nos calentó  el alma, la hospitalidad y humildad de los dueños hacen que este lugar sea todavía más especial, nos atendieron con amor, no pueden dejar de probarlas, es camino hacia el mirador de Restrepo, estoy segura que ya muchos deben conocerlo.

Hicimos seminario felices bajo la lluvia, tomamos la carretera principal para volver a nuestro punto de salida, y terminar con 57 kilómetros de fondo, un buen entrenamiento, unas cuentas calorías quemadas y recuperadas después del desayuno, y con toda la energía que nos da la bici para continuar el día.

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